sábado, 25 de junio de 2011

La esclavitud en américa

Fals Borda. Historia doble de la costa. Tomo I.

(Selección de Adrián Tendler)


Cuando la mano de obra indígena se volvió escasa debido a los maltratos, el trabajo insoportable y las enfermedades, los españoles recurrieron a la esclavitud de las poblaciones africanas. Este era un negocio que dejaba grandes ganancias a empresarios negreros españoles, portugueses, franceses, holandeses e ingleses.
Este extracto del libro del sociólogo colombiano Orlando Fals Borda, cuenta un episodio de rebelión de los esclavos que trabajaban en las tierras de los señores españoles en la zona del Atlántico Colombiano, donde están las ciudades de Barranquilla o Cartagena por ejemplo. Es una zona de grandes ríos como el Cauca o el Magdalena y toda la cultura se desarrolla en relación a estas vías navegables que conectan las diversas producciones. Un ejemplo son las balsas que pesaban hasta 10 toneladas y que los esclavos debían transportar a remo, en largas jornadas de un esfuerzo insoportable.
Pero los esclavos fueron capaces de rebelarse y huir organizando Palenques, pueblos gobernados por ellos mismos donde recuperaban su libertad y su cultura y desde los cuales resistieron la explotación de los españoles.

Bioho, el Rey del Arcabuco

Una vez con los malibúes y otras tribus exterminadas, subyugadas o acomodadas ante el poder del conquistador
español, las tierras más accesibles a los ríos y caños empezaron a ocuparse por blancos y vecinos libres, esto es, personas que no eran esclavas ni estaban sujetas a servidumbre. Pero la principal fuerza de trabajo, aquella que producía la riqueza, no fue aportada sólo por ellos, sino también por los esclavos negros.
En efecto, en la costa atlántica el derrumbe indígena fue de tal rapidez y proporciones que los explotadores españoles como dijimos antes, empezaron a sufrir muy pronto en sus transportes fluviales y terrestres, agricultura, minas y servicios, por falta de indios. Ahora, ya a finales del siglo XVI y comienzos del XVII, se necesitaba de alguien que reemplazara al indígena.
Así se intensificó la cacería de negros en el África para traerlos en navios a Cartagena como esclavos, gracias a contratos (asientos) autorizados por los reyes de España

Un asiento de 1596 tuvo un efecto similar al de una bomba de tiempo: provocó la traída de Benkos-Bioho, el primer gran
dirigente negro costeño con quien se inicia el cimarronismo, la tradición del negro esclavo que ha huido de sus amos y se ha establecido libremente en lugares escabrosos. En efecto, el navio de un asentista portugués (probablemente Pedro Gómez Reynel) se acercó durante el curso de aquel año a las costas de Guinea, en el África occidental. Sus tripulantes armados procedieron a cazar negros con redes y trampas, para llevarlos, encadenados, a las sentinas del navio en el nefasto puerto de Elmina.
Allí fueron colocados, el uno al lado del otro, para rellenar según la estatura, hasta completar 237. Aunque este número no importa. Lo que contaba era el peso en toneladas: tres negros sanos y robustos, llamados "piezas", hacían una tonelada; los otros, llamados muleques, macarrones y bambos, completaban "piezas" para llegar a la tonelada. En esta forma
serán vendidos al llegar a Cartagena, uno de los principales puertos esclavistas del continente, al culminar un horrible viaje de cuatro meses en el que morirá la tercera parte de los desgraciados pasajeros.
Benkos-Bioho, rebautizado Domingo, fue comprado, según la tradición, por el capitán español Alonso del Campo, vecino de Cartagena. Era un joven "belicoso y valiente, que con sus embustes y encantos se llevaba tras de sí a todas las naciones de Guinea", decía el español don García Girón en 1621. No duró con don Alonso mucho tiempo; Domingo Bioho huyó con varios compañeros, sosteniendo que "no pueden ser esclavos por no haber sido ganados en guerra", y así se convirtieron en "cimarrones", esto es, en gente suelta, oculta o montaraz. Tuvieron mala suerte: fueron apresados y enviados a galeras como castigo, es decir, a remar encadenados en las galeotas del mar Caribe.

En 1599, Bioho reapareció en poder de otro español, don Juan Gómez, quien quizás lo redimió de aquella condena.
Cimarroneó nuevamente y con mejor éxito al año siguiente, está vez con su mujer Wiva y orros esclavos de un tal Juan de Palacios, y se refugió en un sitio cenagoso y escondido frente al mar, llamado Matuna. Allí construyó, hacia 1600, el primer palenque libre: palenque, porque se hizo con una gran estacada de madera, fosos, púas envenenadas, y trampas con huecos disimulados en los caminos que a él conducían. Como tal, se convirtió en modelo defensivo para todos los palenques de cimarrones que le siguieron, que fueron muchos y que se extendieron por todo el país, con base en la explotación comunitaria de la tierra. [B]
La noticia de la existencia del refugio de Matuna se regó como pólvora sobre la gente esclava de Cartagena y de las
haciendas cercanas, población calculada en unos 20.000 en 1621. Los negros empezaron a huir en mayor número para
acogerse al santuario cimarrón; otros se quedaron donde habitaban, pero actuando como espías en apoyo de Bioho.
El palenque de Matuna creció a tal punto que debió darse una organización social y política formal: Bioho fue proclamado
"rey del arcabuco" y la gente eligió en cabildo a sus propias autoridades según mérito y servicio. Esras formas de organización se copiaron en los palenques que fueron surgiendo después, especialmente en la zona de Loba y por Mompox, fuerte militar convertido en villa, que se desarrollaba rápidamente
como puerto y como el segundo gran reducto de la esclavitud colonial, después de Cartagena.

En efecto, los negros fugitivos de la zona de Loba y depresión momposina se habían organizado también en palenques de
agricultores y mineros. Allí se hicieron fuertes. Luego de derrotar sucesivas expediciones enviadas contra ellos por Jerónimo de Suazo y Casasola, gobernador de Cartagena, los cimarrones se fueron sintiendo tan poderosos que, en 1602,
concibieron un ataque concertado contra Mompox para soltar a los esclavos de allí, retornar todos a Cartagena, tomarse esa ciudad y seguir a Panamá, donde les esperarían varios centenares de negros que se alzarían también en armas, en un movimiento coordinado para crear el primer estado autónomo del Caribe, libre de España. Este lejano ideal no vino a realizarse sino en Haití, contra Francia, doscientos años más tarde.
Tan descomunal esfuerzo de autonomía popular llegó, por supuesto, a oídos de los españoles. En Panamá, el gobernador
Alonso Sotomayor, anticipándose al golpe, masacró a los esclavos de su distrito. De Mompox salieron las primeras
grandes expediciones punitivas hacia Loba y los ríos San Jorge yCauca.

En Cartagena, mientras tanto, el gobernador Suazo convocó a junta general en febrero de 1603, la cual decidió atacar la
cabeza del movimiento: Matuna. Se enviaron 250 soldados contra el gran palenque y su ' ' r e y " Bioho, a órdenes del capitán Luis Polo del Águila, todo pagado con contribuciones de los dueños de esclavos. La fuerza española llegó al palenque, medio lo destruyó, y regresó con algunos prisioneros y cabezas de negros, ahumadas para que se conservaran, con el fin de colocarlas en jaulas de hierro en la Plaza de los Negros, en Cartagena, como tétrico escarmiento para los esclavos que seguían en la ciudad. No lograron capturar a Bioho.
A pesar de estos ataques, los cimarrones no se rindieron, Al contrario: acelerando su acción, empezaron a hacer audaces
incursiones por el fuerte de Tenerife y más cerca de Mompox, y atacaron en 1605 al pueblo indio de Jegua; salieron también por el mar Caribe en grandes canoas para sitiar a Barú y Tolú. No había más remedio: en noviembre del mismo año el gobernador de Cartagena hubo de tendirse ante los negros, porque éstos, prácticamente, tenían ya el dominio de toda la zona del Canal del Dique, incluyendo un trayecto importante del camino real al río Magdalena. Se habían tomado el pueblo de indios de Turbana, más al norte, para evitar que los indígenas salieran en guerra contra los negros, obligados por sus encomenderos, que también eran esclavistas. Y Bioho había tenido el atrevimiento de presentarse armado de daga dorada en Cartagena, defendido por su propia guardia de negros con rostros pintados de tierra colorada y blanca, y de pasearse impunemente bajo las propias barbas del gobernador.
Por el acuerdo hecho, el humillado gobernador Suazo aceptó que los cimarrones siguieran libres, y respetó la existencia de
Matuna —y por extensión la de otros palenques— con la condición de que "no recibieran más negros huidos". No le
quedaba otro recurso al gobernador, porque en realidad se le habían agotado las municiones y las ganas de pelear, y los
dueños de esclavos y haciendas no querían pagarle más contribuciones de guerra.

La "paz" que siguió fue muy frágil. Los españoles no cejaron en tratar de matar al "rey del arcabuco" y destruir los
muchos palenques nuevos que fueron surgiendo en Tierradentro (hoy departamento del Arlántico), en la depresión momposina y en las vegas de los ríos San Jorge y Cauca. Trataron en cierta ocasión de envenenar al "rey" con tabaco molido con arsénico y botijas de vino emponzoñado. Pero sólo la traición abatió a Bioho. En una noche de descuido, en 1621 (el cronista Simón dice que en 1619), al acercarse a la Puerta del Predio, en Cartagena, Bioho fue sorprendido por la guardia de la muralla.
Sus compañeros fueron muertos y a él se le puso preso. No fue difícil convencer al gobernador de entonces, don García Girón, de que le ahorcase. Así se ejecutó, el 16 de marzo de 1621.

Evo Morales. Discurso en Naciones Unidas


Discurso del Presidente de Bolivia Evo Morales Ayma ante el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas.

Nueva York, 21 de abril de 2008


Editado por Adrián Tendler

 Y al ver algunos hermanos líderes indígenas de Latinoamérica, de Sudamérica, muy fortalecido por su presencia, tenemos muchos recuerdos con muchos de ustedes, o con algunos, por ejemplo, en la Campaña de los 500 años de Resistencia Indígena Popular.
Estoy seguro que en muchos países, en muchas regiones, ha habido mucha resistencia, con la conciencia de cada uno de los hermanos, de las organizaciones, que a veces desde la comunidad, desde la capitanía, desde las mismas estancias, nos organizamos para defender la tierra, para defender los servicios básicos, y eso nos obliga a pensar mejor sobre el derecho de los pueblos indígenas.

 Después de que se organizaron este Foro Permanente en las Naciones Unidas, como también otras instancias de organismos internacionales, pues ahora aprovechando estos espacios, los modelos económicos vigentes pueden entender a los modelos económicos de evidencia en los pueblos indígenas del mundo.

 Y si hablamos del movimiento indígena relacionado al tema ecológico, al tema del medio ambiente, últimamente llamado el cambio climático, yo siento que somos los pueblos indígenas los que tenemos moral y ética para hablar del medio ambiente.
 Yo venía a expresar la forma de cómo recuperar la vivencia de nuestros pueblos llamado el Vivir Bien, nuestra visión sobre la madre tierra, porque para el movimiento indígena la tierra es nuestra vida, y no es posible que un modelo capitalista convierta en una mercancía a la madre tierra
 Y por eso yo traigo algunas reflexiones para compartir con ustedes, para debatir, no solamente a este nivel sino también debatir con nuestras comunidades, con nuestras organizaciones de base.
Y dentro ese marco vengo a compartir y proponer para un debate unos 10 mandamientos para salvar al planeta, a la humanidad y a la vida.

 Primero, si queremos salvar al planeta tierra para salvar la vida y a la humanidad, estamos en la obligación acabar con el sistema capitalista (....) siento que es importante  acabar con la explotación a los seres humanos, cómo acabar con el saqueo de los recursos naturales, cómo acabar con las guerras destructivas para conquistar materia prima o el mercado, el despilfarro de energía, especialmente fósil, el consumo excesivo de bienes, la acumulación de basura.

El cuarto punto está orientado a un tema, el tema del agua, el agua como un derecho humano y de todos los seres vivientes de este planeta
Y no es posible que hayan políticas que permitan sólo privatizar el agua

No se puede entender cómo algunos movimientos pueden usar la tierra para chatarras y no para la vida humana, siento que es nuestra obligación como movimiento indígena crear una conciencia en nuestras naciones, para que la tierra beneficie a los seres humanos, a los seres vivientes, y que la tierra no sea usada para las chatarras.
Por ejemplo en mi país, el trigo va subiendo de precio, por tanto el pan va subiendo, y es un problema internacional, no solamente un problema de un país.

Como sexto punto: el respeto a la Madre Tierra. Yo creo allí, repito nuevamente, ningún sector, ningún experto, ningún especialista puede debatir con los dirigentes indígenas sobre el respeto a la Madre Tierra.

¿Quién podría privatizar o alquilar, fletar a su madre? Por eso, la tierra no puede ser entendida como una mercancía. Lamentablemente, el sistema capitalista nos trae y convierte, espero no equivocarme, a la Madre Tierra como una materia prima, por tanto como una mercancía, y cambiar esa mentalidad siento que va a costar.

 Yo sigo convencido que en el tema de tierra y con nuestra forma de vivir en colectividad, en comunidad, seguimos siendo como pueblos indígenas la forma de cómo mostrar una alternativa a esos modelos dominantes, a esos sistemas económicos vigentes, con sus políticas de privatización, ojalá podamos avanzar.

 Algunos me dicen, Presidente, Evo, estás hablando en vano, eso no se puede cambiar. Pero, quiero decirles que soy optimista, porque hay tantas formas de vivir en comunidad, en colectividad. Donde yo nací por ejemplo, no hay propiedad privada todavía, no hay propiedad individual. Hay una propiedad comunal, hay una zona ganadera, una zona agrícola. Ojalá la privatización no llegue, y saben los hermanos, acá esa forma de vivir en comunidad, en colectividad.
Además  la mejor forma de buscar la igualdad en tema de tierra es la unidad, es la organización. La mejor forma de cómo hacer respetar esas tierras comunitarias, colectivas, esa forma de recuperar las tierras, es la unidad y la organización.

 Yo diría el mejor título, la mejor documentación que podemos tener para poseer tierra es nuestra organización, hermanas y hermanos.

 Como octavo punto, consumir lo necesario, priorizar lo que producimos y consumimos localmente, acabar con el consumismo, el derroche y el lujo. No se puede entender que algunas familias sólo busquen lujos a cambio de que millones y millones no tengan posibilidades de vivir bien. Millones mueren de hambre cada año mientras millones de dólares se gastan para combatir la obesidad del otro polo de la sociedad.
 La crisis alimentaria va a acabar con el libre mercado, porque no es aceptable que se exporte afuera cuando la población tiene hambre adentro de los países.

Como penúltimo punto para el debate, noveno: promover la diversidad de culturas y economías. Somos tan diversos, aunque el movimiento indígena siempre fue excluido, estamos apostando a esa llamada unidad en la diversidad, un estado plurinacional donde todos están al interior de este estado plurinacional, blancos, morenos, negros, todas y todos.
Quiero explicarles brevemente lo que existe en Bolivia, que finalmente todos somos originarios. Algunos somos originarios milenarios, que somos muchos, y algunos somos originarios contemporáneos: pocos, están los originarios milenarios que son muchos: muy pobres, y los originarios contemporáneos: pocos, muy ricos, esa es la desigualdad.

 Y con una nueva Constitución Política del Estado boliviano queremos que haya igualdad entre los originarios milenarios y los originarios contemporáneos. De esta manera pues, vivir en esa unidad respetando nuestra diversidad, no solamente diversidad fisonómica, también diversidad económica, economías manejadas por las asociaciones, por las cooperativas, respetando la propiedad privada. Vamos a respetar.

Hermanas y hermanos, para terminar, como décimo punto, lo que nos planteamos, que no es ninguna novedad, el Vivir Bien. Sólo tratamos de recuperar de la vivencia de nuestros antepasados, vivir bien, no vivir mejor a costa del otro, construir un socialismo comunitario en armonía con la Madre Tierra. Permanentemente se habla del socialismo, comparto perfectamente, pero siento que hay que mejorar ese socialismo.

 Socialismo no es solamente entender la defensa al hombre. Socialismo sobre todo es entender que es una obligación de los pueblos vivir en armonía con la Madre Tierra, respetar las formas de vivencia de la comunidad, de la colectividad
 Hermanas y hermanos, aquí hay dos caminos, o seguimos por el camino del capitalismo y la muerte, o avanzamos por el camino indígena de la armonía con la naturaleza y la vida, todo para salvar a la humanidad.

 Hermanas y hermanos, ustedes saben día que pasa es una nueva lección para mí, pero vengo sobre todo a saludarles a los hermanos de México, de Guatemala, de Ecuador, que vemos por aquí, antiguos compañeros de Perú con los que hemos estado en permanente movilización, y siento que hay que seguir aún todavía movilizados con más fuerza, con mayor unidad.
 Hermanas y hermanos, muchas gracias por invitarme a este evento, muy contento nuevamente de haber tenido un encuentro con ustedes en este gran evento internacional, muchas gracias.
Pueblos andinos. Comunidad Aymara.

Cuestionario discurso Presidente Evo Morales.

1)      ¿Dónde dió el discurso y a quien se dirigía?
2)      ¿Qué actores sociales aparecen en el debate?
3)      ¿Qué problemas plantea el presidente de Bolivia?
4)      Hay dos modelos que se proponen resolver el problema. ¿Cuáles son, cuales son sus nombres?
5)      Mencioná tres características de cada modelo.
6)      ¿Qué propone la Constitución del Estado Boliviano?

2)Hacemos un cuadro con las características que menciona Evo Morales de cada uno de los dos modelos, el capitalismo y el “vivir bien”.

3) Buscamos el significado de términos como propiedad privada, mercancía, libre mercado y otros que forman parte del capitalismo.

4) ¿Cuales son los términos del “vivir bien” que se oponen a los del capitalismo mencionados en el punto 3? ¿En qué consiste esa oposición?

viernes, 24 de junio de 2011

EL FUSILAMIENTO MEDIÁTICO DE DORREGO, por Hernán Brienza (para "elortiba")


El fusilamiento mediático de Dorrego

Marcelo Moreno publicó en la edición de ayer [30 de agosto 2009] de Clarín una nota absolutamente inexacta sobre Manuel Dorrego, con la intención de esquilmar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Por Hernán Brienza

Siempre es necesario, cuando se intenta escribir sobre historia, tratar de que los nimios debates coyunturales queden de lado, al menos para no elaborar una interpretación histórica viciada de nulidad por su sesgo documental e ideológico. Marcelo Moreno publicó en la edición de ayer de Clarín una nota absolutamente inexacta sobre Manuel Dorrego, con la intención de esquilmar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Más allá de la comparación, que no me interesa debatir en esta contratapa, me gustaría acercar un poco de información sobre quién fue y qué significó Dorrego en la historia argentina. Porque para analizar a este personaje histórico –víctima del primer golpe de Estado organizado por el ejército regular argentino– hay que consultar no sólo el panfleto histórico llamado El destierro de Dorrego, escrito por Bonifacio del Carril, autor que, además, porta el mismo apellido que uno de los asesinos confesos de Dorrego, sino también otras fuentes pertinentes para la reconstrucción histórica.

Dorrego fue el jefe del primer partido popular de la Argentina, ya que los federales se reconocían a sí mismos en la década del 1820 como los populares. Respecto de los incidentes del Ejército del Norte –Moreno y Del Carril lo acusan de insubordinación ante Belgrano y de desavenencias con José de San Martín– es necesario tener en cuenta que Dorrego era jefe de la tropa de elite y que tanto la batalla de Tucumán como la de Salta fueron victorias criollas gracias a las cargas de Dorrego y las derrotas de Vilcapugio y Ayohúma, justamente, por la ausencia de Dorrego, confinado por insubordinación en Jujuy (Fuente: Cartas de Belgrano).

La discusión con Juan Martín de Pueyrredón que le vale el exilio se produce porque Dorrego se entera de que Pueyrredón negocia con el Imperio del Brasil la entrega de la Banda Oriental para apartar del mapa político a José Gervasio de Artigas y al mismo tiempo trasladar recursos de la guerra contra las provincias de la mesopotamia al cruce de los Andes. Dorrego se entera de la maniobra y prepara, junto a otros populares, la defensa de la Banda Oriental, por eso es encarcelado y embarcado rumbo a Baltimore. Hay abundante información sobre este punto que es bueno consultar, más allá, claro, de Del Carril.

Respecto de la confusa acusación de piratería que Moreno hace a Dorrego sobre su viaje a Jamaica, conviene decir que el barco donde viajaba Dorrego es asaltado por piratas y él queda prisionero de ellos, por eso se salva en el juicio que se le sigue en Jamaica (Fuente: Cartas apologéticas de Manuel Dorrego, único testimonio histórico sobre el hecho, que no permite otras elucubraciones que la ficción novelesca). Respecto de su participación política, Moreno en su desordenada caracterización del personaje olvida relatar algunas cosas:
1) Dorrego fue el primer defensor del voto universal;

2) Su federalismo es doctrinario y no intuitivo (se recomienda leer el más que interesante discurso en la Legislatura sobre las economías regionales) ;
3) Dorrego viaja a entrevistarse con Simón Bolívar para pedirle que los ejércitos republicanos del continente se unan contra los imperiales en Brasil, pero una carta de George Canning le exige a Bolívar no entrar “en la guerra de partidarios” (¿Cuál es la acusación que hace Moreno contra Dorrego? ¿Qué éste era bolivariano y creía en una federación americana como el venezolano?);

4) Los negociadores en la “amputación de Bolivia” son el gobernador Juan Gregorio de Las Heras, en tanto los enviados oficiales Carlos María de Alvear y Eustaquio Díaz Vélez, quienes negocian la independencia de Bolivia y no Dorrego, que ya está de vuelta y realiza un pacto político con el caudillo santiagueño Juan Felipe Ibarra;

5) Respecto de las generalidades que dice la nota de Moreno sobre la pérdida de la Banda Oriental es bueno aclarar:

a) El que firma la paz oprobiosa de entrega de la “provincia cisplatina” es Bernardino Rivadavia;

b) Luego de asumir como gobernador, Dorrego propone una estrategia de tenaza que consiste en atacar por el norte las misiones occidentales, por el sur con el ejército argentino y una tropa de mercenarios secuestraría al emperador, última acción que fracasó por la defección de Guillermo Brown al mando de su escuadra;

c) El banco nacional de intereses británicos ahorcó financieramente al gobierno sin permitirle obtener fondos para continuar con la guerra;

d) Si se leen las cartas que se intercambian Dorrego y Tomás Guido y Juan Ramón Balcarce –negociadores argentinos ante la corte en Río de Janeiro– se comprueba que Guido y Balcarce desobedecieron las órdenes expresas de Dorrego de no firmar ningún tratado. Ante los hechos consumados, cuando Dorrego estuvo a punto de rechazar el tratado de paz que sólo difería la elección soberana de Uruguay durante cinco años, Lord Ponsonby le escribió a Dorrego una carta amenazándolo con que si no aceptaba la paz “Europa se iba a entrometer en la guerra”.

Pero posiblemente lo que más moleste de Dorrego a sus detractores es su plan de gobierno: reducción de deuda pública enfrentando al capital financiero inglés, desmonopolización de los productos de necesidad básica y control de precios de productos como el pan, extender la frontera para aumentar la producción agrícola - ganadera, intento de confeccionar una Constitución federal con el apoyo de las provincias frente al centralismo porteño, defensa de la integridad del territorio nacional. Al borde del Bicentenario, seguir falseando de esa manera la historia implica que no bastó sólo con la balacera que le dispararon los soldados de Juan Galo de Lavalle, sino que todavía es necesario “fusilar mediáticamente” a Dorrego y a su proyecto político.

* Autor del libro El Loco Dorrego, el último revolucionario

Publicado en :


LA MUERTE DE DORREGO, por Raúl Fradkin (Fragmento del libro "¡Fusilaron a Dorrego!")

.
“Era el 13 de diciembre de 1828, un día que resultaría inolvidable.
Lamadrid fue uno de los testigos privilegiados de ese dramático episodio. Y sus lazos personales lo pusieron en una situación bien problemática dado que era yerno de un ministro clave del gobierno de Lavalle [José Miguel Díaz Velez] y a la vez Dorrego era su compadre. No sólo de él : otro de sus compadres era Juan Manuel de Rosas, el comandante general de milicias del gobierno de Dorrego y su principal apoyo para enfrentar a los sublevados. La situación de Lamadrid no era nada sencilla e intentó evitar la batalla que habría de librarse en Navarro a través de una fallida negociación con Rosas.
Más dramático aún fue su encuentro con Dorrego. El prisionero le pidió que convenciera a Lavalle para que lo recibiera, pero sus esfuerzos fueron, otra vez, infructuosos. Y no debe de haber sido tarea sencilla llevarle la infausta noticia a su compadre, que le contestó : ‘¡Compadre, se me acaba de ordenar prepararme a morir dentro de dos horas! ¡A un desertor al frente del enemigo, a un bandido, se le da más término y no se le condena sin oírle ni permitirle defensa! ‘. Luego de responder, Dorrego escribió las cartas de despedida para su esposa, sus hijas y sus amigos más íntimos y entregó a Lamadrid su chaqueta encargándole que se la diera a su mujer. ‘¿Tiene usted, compadre, una chaqueta para morir con ella?’, le suplicó más que le interrogó el sentenciado. Lamadrid no pudo rechazar el pedido pero sí fue más firme para no aceptar otra petición que le hizo el condenado : acompañarlo ante el pelotón de fusilamiento y darle un abrazo antes de morir.
El dramatismo de la situación no puede ser obviado e ilustra con claridad la profundidad de las rupturas que los enfrentamientos políticos estaban generando en la trama más íntima de las relaciones tanto sociales como personales”.

Texto tomado de :
Raúl FRADKIN : ¡Fusilaron a Dorrego!, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2008, pags.13 y 14.

lunes, 20 de junio de 2011

MANUEL BELGRANO, por Roberto Páez González (para "Redacción Popular" 03-06-11)

Por el aniversario de su nacimiento


Belgrano nació el 3 de junio de 1770, en la casa paterna, que se hallaba en el solar correspondiente al actual 430 de la avenida porteña de su nombre, muy cerca de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario y Convento de Santo Domingo1. Allí se encuentran sus restos mortales porque tras la exhumación efectuada en 1902 por orden de Julio A. Roca –cuya estatua está justamente amenazada en Diagonal Sur- fueron colocados en una urna que quedó depositada en el atrio de Santo Domingo. Había fallecido también en junio, el 20, del año 20. Su vida es un ciclo metafórico de las proezas y desventuras del impulso inicial de nuestra historia patria.
Pero no sólo como una deambulación ideológica para legitimar el liberalismo posterior o como uso fáctico de su poder de símbolo patrio o como una especie de base pasadista para horóscopos de argentinidad en un sistema educativo colonizado que confisca la verdad histórica en favor de lentejuelas mentales.
Belgrano es una existencia humana en un lapso de grandes y costosas transformaciones políticas y sociales inacabadas.
¿Cuántos revolucionarios murieron antes que Belgrano o estaban fuera del país? Recordemos a Moreno y Castelli, entre los primeros; a Monteagudo y San Martín que en Chile preparaban la expedición libertadora al Perú cuando aquél fallecía.
En Argentina solemos conmemorar principalmente la fecha de su deceso y limitar su accionar a la creación de la bandera y poco más.
Es interesante, más bien, referirse a su nacimiento, que aconteció antes de la creación del virreinato. Incluso vale la pena imaginarse que cuando nacía San Martín, en 1778 (de quien, en realidad, no se conoce -y se discute- la fecha exacta) tal vez Belgrano jugaba con su primo Castelli en algún patio del Buenos Aires colonial. Manuel tenía ocho años y Juan José catorce, así pues, ¿por qué no?
Belgrano viajó a España, donde estudió, se graduó y fue nombrado Secretario “Perpetuo” del Consulado de Comercio de Buenos Aires el 2 de junio de 1794, y pocos meses después regresó a Buenos Aires, consiguiendo -tras batallar hasta 1796 con la burocracia virreinal- integrar también a su primo al Consulado, como secretario interino.
Al volver a encontrarse en Buenos Aires, conversaron no poco sobre lo que Castelli vio en Chuquisaca y el Alto Perú –ya que no aceptó la idea de su madre de marcharse a España a estudiar en las universidades de Salamanca o de Alcalá de Henares como su primo, quien sí estuvo en las de Salamanca y Valladolid- y lo que Belgrano experimentó cuando estudiaba entre 1786 y 1793. Hablaron de la situación en Europa bajo la influencia de la Revolución francesa (Robespierre murió guillotinado el 28 de julio de 1794, en París) y del suplicio de Túpac Amaru (Castelli había llegado a Chuquisaca poco tiempo después2).
En 1794, Juan José se casaba con María Rosa Lynch (tuvieron cuatro varones y dos niñas). Belgrano tuvo un hijo con María Josefa Ezcurra, nacido el 13 de julio de 1813, pero los padres no reconocieron al niño, que fue dado en adopción a Encarnación Ezcurra y Juan Manuel de Rosas quienes le llamaron Pedro Pablo Rosas y Belgrano. También tuvo una hija -Manuela Mónica del Corazón de Jesús- con María Dolores Helguero, a quien sus padres obligaron a casarse con otro hombre, que luego la abandonó. La niña nació el 4 de mayo de 1819, cuando Belgrano ya tenía avanzada su enfermedad. Sus dos hijos se reunieron más tarde cerca de Azul, en la Provincia de Buenos Aires.
Lo que nos resulta sugerente de lo anecdótico es el espesor existencial en que cada uno de los dos primos hicieron su vida y -con ellas- su protagonismo histórico. Se percibe una profundidad que derroca el estereotipo, un arraigo en la época que sobrellevan con sus convicciones. Ambos con influencias de la Ilustración, el suarismo, las propuestas reformistas del liberalismo español y contrarios a la servidumbre indígena. El relato de lo que era Chuquisaca, según Juan José. Ese lugar donde estudiaron Castelli, Moreno, Paso, Montegudo y catorce de los veintiocho diputados que en Tucumán declararon la Independencia el 9 de julio de 1816: cuna de la idea de la Independencia.
Esto también es interesante porque este movimiento de ideas y este curso político arrancó antes de las invasiones inglesas y antes de la invasión napoleónica. Desde algunos puntos de partida, antes de la Revolución Francesa.
1 Los dominicos estaban ahí desde 1606, pero el edificio se inició en 1751 y sólo se lo terminó en 1805, justito antes de que las Invasiones Inglesas le metieran unos cuantos tiros.
2 Juan José Castelli era practicante jurista, en 1786; dato tomado de los libros de la Academia Carolina, Universidad de Chuquisaca; según listas de alumnos en 1778, 1786, 1788. Fuente : Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.

Roberto Páez González, 03.06.11

Publicado en :


HAY HOMBRES QUE MUEREN RÁPIDO, PERO VIVEN PARA SIEMPRE , por Adrián Corbella (para "Redacción Popular" 20-06-11)

Nuestra historia tradicional, aquel relato liberal que nace con intelectuales como Bartolomé Mitre, Vicente Fidel López y otros, relato que justificaba y percibía a la Argentina agroexportadora y oligárquica, racista y europeísta, como un lógico corolario de la Revolución de Mayo, se construyó como una gigantesca operación cosmética, donde las figuras fueron maquilladas para mostrar sólo aquellas facetas que le resultaban ideológicamente convenientes a esa perspectiva político-historiográfica.
Algunas figuras, uno podría decir que los caudillos en bloque, fueron omitidas, ignoradas o demonizadas ; otras fueron embellecidas y transformadas en superhéroes todopoderosos, figuras inmaculadas que no parecían humanas dada su olímpica perfección, figuras que se constituyeron en padres de la nacionalidad ; un tercer grupo, más difícil, sufrió un proceso de auténtica mutilación para mostrar solamente aquellas facetas que resultaban adecuadas al relato que se estaba construyendo. Y se ignoró, omitió, suprimió, todo aquello que conducía a otro camino.
Manuel Belgrano fue (junto a José de San Martín, José Gervasio de Artigas o Manuel Dorrego, entre otros) una de las principales víctimas de esta mutilación histórica.
Nos dejaron a un personaje bondadoso y monacal, creador de la bandera y militar improvisado (y algo chapucero), pero valiente.
Su rico y complejo pensamiento social, político y económico fue simplemente borrado del mapa, porque evidentemente un intelectual que soñaba con una sociedad más igualitaria y justa, que pretendía a toda costa integrar al proceso revolucionario y a la nueva estructura política a la gente más humilde y a los pueblos originarios (tanto que propuso una monarquía neoincaica en las Provincias Unidas de la América del Sur) no era aceptable para la generación liberal y anglófila que escribió nuestra historia.
Tampoco era aceptable por ser un economista que había comprendido que el librecambismo debía combinarse con proteccionismo para así permitir el desarrollo local de manufacturas, anticipando las ideas del alemán Friedrich List, el padre intelectual de la Alemania industrial.
Belgrano fue un gran rebelde, un hombre valiente y tozudo, un hombre que perdió familia y fortuna en la búsqueda de sus ideales políticos y sociales. Todos sus grandes éxitos fueron producto de su inveterada tozudez, de su decisión de hacer lo que a todos les parecía imposible, aunque debiera para ello desconocer órdenes directas. Aunque debiera para ello enemistarse con medio mundo, aunque fuera necesario crispar a los poderosos.
Belgrano diseña y enarbola la bandera nacional sin haber recibido ninguna autorización. Buenos Aires le ordena guardarla y él continúa haciéndola aparecer hasta conseguir imponerla.
Sus escasos éxitos militares son producto de su eterna rebeldía. Cuando el gobierno le ordena retirarse con el Ejército del Norte hasta Córdoba, entregando media Argentina a las fuerzas realistas, don Manuel se plantifica en Tucumán, y logra allí una victoria decisiva aunque casi milagrosa, alcanzada con lo justo, y continuada luego con otra resonante victoria en Salta, donde tampoco le sobró nada.
Belgrano fue uno de esos raros personajes que aparecen de vez en cuando en la historia. Esos rebeldes irreverentes que entregan todo por una idea , por un sueño, por algo que a otros les parece una utopía. Esas figuras que chocan naturalmente contra los poderes establecidos, porque no temen decir lo que piensan. Ni temen actuar según ese pensamiento. Esas figuras que dominan con su voluntad incluso a un físico que a veces no los acompaña, y justamente por eso se consumen como una tea, una tea de un brillo deslumbrador, incomparable, aunque aparentemente fugaz. Sólo aparentemente.
Son figuras que se montan en sus sueños y se lanzan imprudentemente contra el mundo que los rodea, para cambiarlo, para mejorarlo, hasta que el mundo los detiene, generalmente cuando los alcanza, prematuramente, la muerte. Pero ese mundo en el que se detienen ya no es el mundo en el que comenzaron su fantástico viaje : su alocada cabalgata ha cambiado al mundo, irreversiblemente.
Hoy recordamos un nuevo aniversario de la muerte de Manuel Belgrano, ocurrida el 20 de junio de 1820. Pero, en realidad, estos hombres, estos locos irreverentes que escriben las grandes páginas de la Historia, no mueren nunca. No porque sean seres perfectos e inmortales, porque son bien humanos, y distan mucho de ser figuras olímpicas, dioses celestiales. No mueren porque si bien su presencia física nos ha dejado, si bien su cuerpo es polvo, su obra y sus ideales nos acompañarán siempre, porque son parte de nosotros.
Quizás sea la escena final de la película “Belgrano”, la que fue estrenada hace pocos meses y dirigió magistralmente Sebastián Pivotto con la colaboración de Juan José Campanella, la que mejor refleje esta idea.
Allí aparece en una cama un Belgrano en sus últimos momentos de vida, enfermo y moribundo, solo y pobre, triste y amargado , y junto a él, acompañándolo, la figura gallarda del Belgrano más joven, del Belgrano cargado de sueños y proyectos, del Belgrano que creía que era posible cambiar al mundo.
Un Manuel Belgrano muere en esa cama aferrando un paño de tela celeste y blanca ; el otro , el Belgrano de los sueños, de los proyectos, de las grandes utopías, se pone de pie y se aleja, rumbo a la Historia, rumbo a la Leyenda …
Por eso Belgrano no ha muerto. Mientras todos sus sueños no se hagan realidad, la luz cegadora de Belgrano estará siempre con nosotros, y nos servirá de guía.

Adrián Corbella, 18 de junio de 2011.

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sábado, 18 de junio de 2011

CHANETON : "A Dorrego no le perdonaron nivelar hacia arriba", reportaje de Carlos Torrengo para "rionegro.com.ar".

Arriba : Juan Chaneton, escritor e investigador.

“A Dorrego no le perdonaron nivelar hacia arriba”

23-11-2010

Con “Una revolución es demasiado para un hombre solo” , Juan Chaneton ficciona a Juan Manuel Dorrego en su última hora de vida antes de ser fusilado por orden de Lavalle y produce así un formidable alegato sobre las miserias –hipocresías mediante- que signaron nuestra historia y se proyectan sobre mucho de nuestro presente como cuerpo político y social.

- Desde la historia existe hoy un renovado interés por Juan Manuel Dorrego. En los dos años últimos salieron tres biografías de muy buen nivel, también un ensayo sobre sus años en los Estados Unidos, y ahora usted desde la literatura. ¿Por qué Dorrego?; ¿lleva mucho perseguido por la tragedia de Dorrego?
- No sé si me persiguió, pero sí que él siempre me interesó como hacedor de historia. Hizo lo suyo -la guerra y la política- desde un nivel de calidad muy interesante. Y todo lo hizo respaldado por una sólida formación intelectual. Como guerrero no fue sólo arrojo, valentía, decisión, entrega a todo o nada, es decir no fue sólo eso que fue tan necesario, tan común en quienes lucharon en la guerra de la independencia y de ahí fueron a nuestras guerras civiles. Fue un hombre de armas que vio a las armas sólo como una instancia, no como un fin en sí mismo. Y apreció la guerra como una turbulencia que no es ajena a la ponderación profunda en materia de decisiones, tácticas…
- No es una "espada sin cabeza", como definió Echeverría a Juan Lavalle, su fusilador.
- No fue eso… Y como político, jamás perdió su convencimiento sobre la dimensión creativa que es propia de la política. Esa dimensión es, por caso, el proceso de paz con Brasil que él lidera. Es una figura que atrapa. Escribe, ama el periodismo, genera ideas, tiene humor…vive plenamente. Toda su vida, corta si se quiere, es un canto a la libertad, a la lucha por la dignidad, por la no exclusión.
- Se sostiene que la mayor expresión de esa textura cultural política fue el debate sobre la Ley Electoral, donde él denuncia a los rivadavianos de querer excluir del derecho al voto a los sectores más amplios, bajos de la sociedad. ¿Está de acuerdo?
- Ese es un momento muy intenso del despliegue de su convicción en favor del igualitarismo, pero en realidad todo el Dorrego político es muy intenso. Su denuncia sobre el centralismo porteño, los daños que esto implica para el resto del país y la defensa del federalismo, de las provincias que hace, ponen en evidencia una cabeza organizada, acostumbrada a pensar en términos importantes. En nivelar hacia arriba; por eso lo matan. Marcaba niveles de exigencia, magnitudes en sus propuestas que, bueno, dejaban mal parados a los mediocres, a los que les interesaba muy poco construir un país federal.
- Días atrás, cuando hablamos para hacer esta nota, me dijo que a la hora de escribir, siempre le atraen las víctimas. ¿Patología?
- Seguramente… sí, sí, es posible. Bueno, uno tiene derecho a andar con alguna patología a cuestas, ¿no?
- Por supuesto. ¿Pero esa elección -la víctima- tiene algún núcleo que atraiga en especial?
- Me interesan las situaciones en que unos hombres equivocados deciden la muerte de otro, sobre la base de una equivocación, pero resulta que con el transcurrir del tiempo, la víctima tenía razón. Esta recurrencia, esta constante que no es sólo argentina, me seduce.
- ¿Qué caso, a modo de ejemplo, vale desde afuera en esta constante? ¿Galileo, aunque no lo mataran?
- ¡El caso Giordano Bruno! Lo tomo, entre muchos, porque estoy escribiendo sobre él. Él es un caso paradigmático de alguien que navegaba contra la corriente, un distinto que el poder tenía que extirpar.
- ¿Dorrego no era lo distinto?
- No estoy tan de acuerdo con quienes lo definen así. Dorrego era popular, era mayoría en la campaña y en Buenos Aires. No era un ave rara, un incrustarse solitario en la política. Nada de eso. Abunda la documentación sobre su proyección. Incluso sobre cómo repercute su muerte en lo que se definía como "pobrerío". Por eso le temen los unitarios. Fusilarlo era un dictado ideológico. Desde ese dictado lo incitan por carta los unitarios a Lavalle para que fusile a Dorrego. Las cartas de Juan Cruz Varela, Del Carril, no tienen eufemismos: "Mátelo", le dicen…
- Juan Cruz Varela dice eso, pero acto seguido esconde la mano: le dice a Lavalle que cartas como esas, se queman. No quiere dejar huellas, al menos eso dice en un viejo libro, Ángel Justiniano Carranza. ¿Qué reflexión le genera si se dice que su libro es un tratado sobre la hipocresía de los argentinos?
- Si es leído así, me parece muy bien… sí, sí. Yo pondría el acento en la "hipocresía del poder". Ese poder que representa -por caso- Del Carril, "hombre fino que sabe hacer el mal sin manchar su reputación", dice Dorrego. Esa es la gente que influye sobre Lavalle. Y aquí hay otra constante de la vida argentina: los civiles operando sobre los militares. El ejército que lidera Lavalle y que derrota a Dorrego -un gobernante con legitimidad de poder- es el ejército que viene de la guerra con Brasil. Cansado, fatigado, liderado por un Lavalle que tiene una personalidad influenciable. Es decir, la constante de la presión de lobbys civiles. Abundan los ejemplos de esta constante en nuestra historia, incluso en la más reciente…
- Lavalle tiene algo de Reutemann: pueden ser pero no son. Fusila a Dorrego pero luego carga con el tema y no se atreve a ir al psicoanalista. Fue bueno con la espada en cuanto entrevero estuvo metido, pero cuando le faltaban 150 km para derrotar a Rosas pegó la vuelta. Se fue para el norte y se perdió en la historia. Reutemann, lo mismo: era bueno para la F1, ganaba, pero nunca salió campeón. Hasta llegó a quedarse sin nafta siendo primero y faltando una vuelta. Dice que sí a la candidatura a presidente, pero dice que no…
- Y… la historia la modelan, para bien o mal, los que no dudan a la hora saber que están para hacer historia.
- ¿Influyó mucho en usted el "Poema conjetural" a la hora de escribir sobre Dorrego?
- ¿Por dónde pudo influir?
- Y, por caso, cuando Dorrego siente la muerte como un acecho miserable, inmerecido. Recuerda mucho a las reflexiones de Laprida cuando está en "arrabales últimos" en un disparar de la muerte que lo acorrala.
- "Yo, que anhelé ser otro, ser un hombre de sentencias, de libros" (…) "cuya voz declaró la independencia" (…) "huyo hacia el sur por arrabales últimos" (…) "Oigo los cascos de mi caliente muerte que me busca con jinetes, con belfos y con lanzas" (…) "el íntimo cuchillo en mi garganta" (…) "al fin me encuentro con mi destino sudamericano". Mire, no sé si el "Poema conjetural", excelente por otra parte, tiene que ver con algo de lo escrito por mí sobre Dorrego. Lo que sí es palpable es que tanto en el "Poema conjetural" como en las reflexiones que le acredito a Dorrego -no busco comparar calidades, ¿eh?- está presente mucho de la tragedia que signa terriblemente nuestra historia política: la intolerancia, la práctica sistemática de la violencia… ese matar -como dice Dorrego- desde asumirse como "la patria", la única patria; justificarse desde ahí, desde los valores permanentes, que siempre son los valores de uno, no de todos… Como dice Dorrego: los "impolutos padres de familia, gentes de nobles costumbres, cultos, elitistas, ilustrados, saben sin embargo matar y esconderse en las sombras"… ¿O no es eso mucho de nuestra historia?
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com
Publicado en :
“rionegro.com.ar”



 Material seleccionado por el profesor Adrián Corbella.

ROSAS : EL GRAN CAUDILLO FEDERAL, por Luciano Sáliche (para "Revista Alrededores" de junio de 2011)



Es muy delgada la línea que pone a Juan Manuel de Rosas como héroe patrio o como dictador conservador. Hasta el día de hoy se debate cuál fue el papel que jugó en la historia. Un nostálgico y apasionado esbozo de la vida y obra del Restaurador de las Leyes, el villano político más emblemático de la Argentina del siglo XIX.


Por Luciano Sáliche - l.a.saliche@hotmail.com



En la calle Sarmiento -entre San Martin y Florida- de la ciudad de Buenos Aires, el 30 de marzo de 1773, bajo el nombre de Juan Manuel Domingo Ortiz de Rozas, nace un polémico e inimitable líder político. Fue un fiel buscador de sus propias convicciones, autónomas en sí mismas. Buscó siempre su independencia: a los 14 años luchó frente a la Segunda Invasión Inglesa como soldado en el cuarto escuadrón; se formó como hombre de campo yéndose de su casa por no querer continuar con la empresa familiar; y tras su enemistad con la familia de su futura mujer -Encarnación Ezcurra- fingieron un embarazo para lograr su cometido. Ya desde sus inicios se mostró como una figura poco convencional  que se rebelaba con la misma herramienta que lo hostigaba, la tradición.

Inició su carrera política en plena crisis del ‘20, cuando en la batalla de Cepeda cae el Directorio y se afianza por primera vez el federalismo. Cuando se firmó el mítico Tratado de Pilar y se consagró a Manuel Dorrego como gobernador,  Rosas es ascendido a coronel de caballería logrando una gran influencia y un fuerte posicionamiento de su figura. Ya con Martín Rodríguez en el gobierno de Buenos Aires y la figura de Bernardino Rivadavia en el Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores, Rosas chocará fuertemente con ellos debido a la política que tendrán con los indios. En la Colección del Bicentenario de Biografías Planeta, el libro “Juan Manuel de Rosas, el Restaurador Político” cuenta una bella anécdota donde se ilustra la postura del Caudillo: “A los oídos de Rosas llega un rumor que un brote de viruela está asolando tribus amigas. De inmediato solicita a los caciques un encuentro y, en presencia de ellos, se hace vacunar. Sabe que el simple gesto alcanza. Bastará esa demostración para que los indios pierdan el miedo a la vacunación y la peste sea contrarrestada”.


Estrella federal

 Cuando Rivadavia se constituye como presidente –recodemos que el cargo sólo dura un año hasta que en 1854 lo retomará Urquiza- es donde toma fuerza la oposición federal debido a las políticas reformistas y unitarias del primero, obligándolo a renunciar. Con Dorrego en Buenos Aires, Rosas se perfila como el próximo dirigente. Para comprender la dramática situación que vivía el Río de la Plata entre unitarios y federales hay que detenerse, como marca Juan Carlos Chiaramonte, en el término provincia. Éste concepto ocultaba una resonancia mayor ya que hacía referencia –sin quererlo- a divisiones administrativas del virreinato. En aquellos tiempos todo paisano se sentía autóctono de su provincia, de su pueblo y no del nuevo orden político que refería la Nación. He aquí la importancia del federalismo de Rosas: Buenos Aires con su hegemonía clara de cara al puerto y la distribución frente a las demás provincias pero no como un estado centralizado sino como una Confederación. La soberanía se iniciaba –sostenía el federalismo argentino- en cada uno de los pueblos para luego conformar la nación que los englobaba.

El levantamiento de Juan Lavalle y José María Paz, los dos grandes líderes unitarios, provocó la huida de Rosas a Santa Fe donde se encontraba Estanislao López. Dorrego no le hizo caso al Caudillo quedándose en Buenos Aires para hacer honor a su cargo. Los unitarios estaban dispuesto a todos, eran los tiempos de la anarquía y el caudillismo. La secuencia culmina con el fusilamiento de Dorrego por parte del general Lavalle. En el conflicto, San Martín le escribía a Lavalle desde Francia, pintando así la necesidad de una figura restauradora y tiránica en la historia: “Igualmente convienen, y en esto ambos partidos, que para que el país pueda existir es de absoluta necesidad que uno de los dos desaparezca (…) No, amigo mío, mil veces preferiré envolverme en los males que ser yo el ejecutor de tamaños horrores.” El grado de convulsión era tal que el Libertador veía que sólo con una guerra civil definitiva y sangrienta podía izarse el país que tanto había soñado. 

El Pacto de Cañuelas entre Lavalle y Rosas llamó a elecciones en Buenos Aires. Rosas sabía que las clases populares estaban con él. La Junta de representantes, por un total de 32 a 1, eligió Gobernador de Buenos Aires al Caudillo. Allí se inició su primer mandato con el título de “Restaurador de las Leyes”. 

El Pacto Federal y los caudillos

La Liga Unitaria juntó nueve provincias al mando de Paz. Los tiempos se volvieron hostiles pero en ese momento surgió la figura del riojano Facundo Quiroga que se sublevó frente al estallido unitario y junto a Estanislao López y Juan Manuel de Rosas formaron un tridente legendario de la época dorada de los caudillos provinciales. Estos tres líderes federales firmaron el Pacto Federal de 1831 y, tomando como prisionero al general Paz, disolvieron así la Liga Unitaria. Ya restablecido medianamente el orden en el país, se eligió a Balcarce como gobernador de Buenos Aires. Rosas quedó como jefe de campaña yendo a hacer política al lugar que tanto había deseado: como hombre de campo expandiendo la frontera y mediando con los aborígenes.

En 1931 una manifestación popular pidió, al grito de ¡Viva Rosas!, que el Restaurador vuelva al mando ya que Balcarce no tenía la imagen pública que el pueblo esperaba. Rosas se negó varias veces por no obtener las facultades extraordinarias que se le otorgaron en el pasado, hasta que finamente aceptó debido a un triste hecho: la muerte de Quiroga. El riojano había ido a establecer la paz federal por los levantamientos en Salta y Tucumán. Y lo había logrado. Al volver a Buenos Aires, en Barranca Yaco, Córdoba, los unitarios lo interceptan dándole muerte. Rosas asume, y con las facultades incluidas.
Ejecución de José Vicente
Reynafé y Guillermo Reynafé

Muchos dijeron que la muerte de Quiroga fue una bendición para Juan Manuel. Pero la realidad es diferente ya que Rosas le tenía mucha estima al riojano. En su discurso inicial recordó los asesinados por los “salvajes unitarios”: Dorrego, Villafañe, Latorre, José Ortiz y ahora, Quiroga. El odio se condensó y las medidas que se tomaron hacia los opositores fueron extremas.  De hecho, hay una particularidad en el asesinato de Quiroga ya que no se comprobó con exactitud que hayan sido los causantes los hermanos Reynafé –polìticos y militares cordobeses unitarios-. Quedaron libres luego del juicio realizado en Córdoba pero no contento con ello, Rosas los enjuicia en Buenos Aires y se los declara culpables. Fueron colgados en la Plaza de la Victoria, actual Plaza de Mayo.

Luego del funeral de Facundo Quiroga, Juan Manuel de Rosas, astuto estratega político, pedirá un plebiscito para acentuar más aún la confianza del pueblo: de 9720 votantes, 9713 se pronunciaron por la afirmativa y en la Junta de Representantes sólo dos votaron en contra. Fernando Sabsay, en su tomo primero de Protagonistas de América Latina, comenta este momento cumbre: “La concepción iluminista del quehacer político debía ser remplazada por una concepción romántica, aferrada a la tierra y la tradición (…) y el caudillo más fuerte y más adentrado en el sentir multitudinario -era- Juan Manuel de Rosas.”

Vuelta de Obligado y La Caída


En
el ‘38, se dieron más bajas para Juan Manuel. Muere el patriarca de la Federación, Estanislao López, de una tuberculosis. Y, más triste aún, cuatro meses después,  fallece su compañera de vida, Encarnación Ezcurra. En este contexto, Rosas debió enfrentar el bloqueo anglo-francés. El restaurador decidió ir a fondo: sitiar Montevideo luego de tomar el resto de la Banda Oriental para combatir a Rivera y todos los opositores unitarios exiliados en dicha ciudad. Hacía años que los unitarios y los intelectuales opositores se exiliaban en la capital uruguaya al no encontrar seguridad en su país. Al mismo tiempo, el vicecónsul francés Roger pidió que se liberen de inmediato sus compatriotas presos políticos por supuesta cooperación con los unitarios. Rosas, obviamente, se negó. Con la excusa del conflicto, de querer mediar y de ver sus intereses en el Río de la Plata jaqueados, franceses e ingleses armaron su escuadra y atacaron. La célebre respuesta de Rosas frente al ataque a la soberanía nacional ilustra el emergente nacionalismo de la época: “La Confederación nunca se someterá a la prepotencia extranjera”.
En la Vuelta de Obligado se extendió una triple cadena para cerrarles el paso a las naves invasoras y se dispusieron baterías frente al río. A la entonación de “Oíd mortales” comenzó el combate. La diferencia armamentística y la avanzada extranjera fueron contundentes. Fueron más las perdidas argentinas pero el ideal romántico y nacional que se gestó fue fascinante. En Chile, Paraguay y sectores del Brasil comenzaron a ver con otros ojos al Caudillo. De hecho, algunos unitarios se conmovieron por la resistencia nacional. Los invasores se llevaron una victoria en cuanto al triunfo bélico pero sólo pudieron imponerles su comercio a un sector de Paraguay y a Corrientes que eran rebeldes al federalismo. La mayor cantidad de mercadería tuvo que volver a su país de origen dado que todos los civiles apoyaron la epopeya nacional y se negaron a comerciar con el agresor. 

Pero la historia nunca es justa. Rosas se volvió tosco, necio y más totalitario. El venerado personalismo de la Confederación en el Caudillo terminó siendo negativo. El surgimiento de Justo José de Urquiza, un fuerte caudillo federal de Entre Ríos, provocó el quiebre del contexto. Las disputas entre el Litoral y Buenos Aires se ampliaron dado que la comercialización de los ríos no podía continuar siendo monopólica a los bonaerenses. Urquiza va a correr de lugar la antigua lucha al permitir el ingreso de los exiliados unitarios a su provincia.  El conflicto se pronunció. Urquiza se alía con el imperio del Brasil, el gobierno de Paraguay y el de Corrientes iniciando la batalla de Caseros, la definitoria para librar a Buenos Aires del “Villano”. Las masas populares siempre estuvieron con Rosas pero la traición de Ángel Pacheco –uno de los militares predilectos de Rosas-dejó libre el flanco para el ataque de Urquiza. Rosas no era un gran comandante estratégico de guerra por lo que tuvo que huir. Se exilió en Southampton, Inglaterra y falleció sólo y viejo a los 84 años en su chacra como hombre de campo sin riquezas. Sobre el féretro, una bandera argentina y el sable que le había obsequiado San Martín.

Comprensiones finales


El fanatismo que despertó Rosas sólo pudo ser depuesto por una alianza entre federales cismáticos –como los llamaba Encarnación- y dos países externos. La masa popular jamás lo dejó de lado y siempre estuvo presente. Ni con Rosas ni contra Rosas es el título del libro de Emilio Ranvignani. Ya el título marca la delgada línea que separan las actitudes del “príncipe criollo” –como lo llama el autor-. El entendimiento de este polémico personaje pasa por poder liberarse de toda perspectiva romanticista –y esto iría en contra del propio Rosas- para comprender cada una de sus decisiones políticas. Su trato con los indios fue magistral. Al ser un hombre que se había formado en el campo –y así finalizó su vida- siempre comprendió las clases bajas. Él mismo decía que la clave para obtener la adhesión de los paisanos era ganarse su lealtad, y para eso era preciso tratarlos de igual a igual y vivir como ellos.

Fue un Restaurador, el único capaz de establecer un orden, una conciencia, una identidad nacional. La democracia estaba bien lejos por aquellas épocas. Rosas fue un tirano. Lo fue. Jamás le tembló la mano a la hora de mandar a fusilar algún unitario. Tampoco en cerrar la universidad y en establecer su nombre por encima del ideal federal. Rosas cosechó muchísimos adeptos, pero suscitó numerosas traiciones como las de Lamadrid, Balcarce, Juan Mascarilla López -hermano de Estanislao- y Pacheco. El Caudillo fue una marca inequívoca en la historia nacional. Es muy delgada la línea  que lo pone como el peor de los tiranos o como el prócer de la bandera. Sin dudas, fue una figura central en la constitución de la identidad y soberanía argentinas. El análisis demonizador o santificador es muy simplista. La vida y obra de este “villano” trasciende a las palabras y pone en evidencia que fue un líder indiscutido, popular, y sobre todo, argentino.

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Material seleccionado por el profesor Adrián Corbella