viernes, 24 de junio de 2011

LA MUERTE DE DORREGO, por Raúl Fradkin (Fragmento del libro "¡Fusilaron a Dorrego!")

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“Era el 13 de diciembre de 1828, un día que resultaría inolvidable.
Lamadrid fue uno de los testigos privilegiados de ese dramático episodio. Y sus lazos personales lo pusieron en una situación bien problemática dado que era yerno de un ministro clave del gobierno de Lavalle [José Miguel Díaz Velez] y a la vez Dorrego era su compadre. No sólo de él : otro de sus compadres era Juan Manuel de Rosas, el comandante general de milicias del gobierno de Dorrego y su principal apoyo para enfrentar a los sublevados. La situación de Lamadrid no era nada sencilla e intentó evitar la batalla que habría de librarse en Navarro a través de una fallida negociación con Rosas.
Más dramático aún fue su encuentro con Dorrego. El prisionero le pidió que convenciera a Lavalle para que lo recibiera, pero sus esfuerzos fueron, otra vez, infructuosos. Y no debe de haber sido tarea sencilla llevarle la infausta noticia a su compadre, que le contestó : ‘¡Compadre, se me acaba de ordenar prepararme a morir dentro de dos horas! ¡A un desertor al frente del enemigo, a un bandido, se le da más término y no se le condena sin oírle ni permitirle defensa! ‘. Luego de responder, Dorrego escribió las cartas de despedida para su esposa, sus hijas y sus amigos más íntimos y entregó a Lamadrid su chaqueta encargándole que se la diera a su mujer. ‘¿Tiene usted, compadre, una chaqueta para morir con ella?’, le suplicó más que le interrogó el sentenciado. Lamadrid no pudo rechazar el pedido pero sí fue más firme para no aceptar otra petición que le hizo el condenado : acompañarlo ante el pelotón de fusilamiento y darle un abrazo antes de morir.
El dramatismo de la situación no puede ser obviado e ilustra con claridad la profundidad de las rupturas que los enfrentamientos políticos estaban generando en la trama más íntima de las relaciones tanto sociales como personales”.

Texto tomado de :
Raúl FRADKIN : ¡Fusilaron a Dorrego!, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2008, pags.13 y 14.

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