Bombardeos sobre Plaza de Mayo: La masacre del 16 de junio de 1955
Diario24, 16 de Junio de 2011
Éste aberrante hecho le costó la vida aproximadamente a 350 ciudadanos (otras fuentes más precisas sostienen 367) y provocó dos millares de heridos. Conozca la historia.
La mañana del 16 de junio de 1955 fue el bautismo de fuego de los aviones de la aeronáutica contra el pueblo, aunque lo quieran negar. Operaron esos aviones los aviadores argentinos, arrojando nueve toneladas y media de explosivos, según algunas fuentes, otras, catorce toneladas sobre la población civil inerme. Fijaron sus objetivos de ataque en los puntos del centro neurálgico de la Plaza de Mayo, la casa de gobierno, donde lanzaron sus bolas de fuego y muerte contra los trolebuses repletos de pasajeros, en su mayoría trabajadores que se desplazaban hacia sus tareas, o bien transeúntes distraídos que recorrían ese lugar histórico, mientras se escondían como podían ante la sorpresiva y violenta lluvia de bombas y metrallas. Eran aviones de la Fuerza Área y de la Marina de Guerra Argentina que actuaron con los mismos objetivos y la misma saña criminal.
Aquel 16 de junio, el capitán de fragata Néstor Noriega, de 39 años de edad, esperaba que el cielo se despejara, la escuadrilla formaba escalonada hacia arriba. A las 12,40 Noriega al mando de su Beechcraft descarga una bomba de 100 kilos que cae sobre la sede presidencial; a continuación los North American al mando del capitán de corbeta Santiago Sabarots descargan bombas de 50 kilos cada uno. La Plaza de Mayo era un incendio, quienes salían de las bocas del subte se encentraron con la nube de pólvora, los aviones rasantes sobre el casco porteño, la gritería, la desesperación, la gente intentando esconderse como podía, heridos, muertos, mutilados, así comienza la masacre del 16 de junio. Noriega y Sabarots son los responsables materiales junto a los aviadores de aquel día de masacre, hay otros responsables intelectuales.
En el trabajo por recuperar históricamente aquella masacre, realizado por Gonzalo Cháves, titulado la Masacre de Plaza de Mayo, pasa revista a los nombres de muertos y heridos, lugares donde fueron alojados y la cantidad de muertos NN que aparecen en el listado.
Por otro lado, Gonzalo Cháves afirma en un reportaje concedido a un diario de Rosario: Me sorprendió descubrir entre los protagonistas de la masacre del 16 de junio de 1955 a hombres y nombres que participaron en el golpe del 24 de marzo de 1976, como los dos secretarios del ministro de Marina Olivieri, que fueron Emilio Eduardo Massera y Horacio Mayorga, dos marinos importantes en el último golpe de Estado. Ellos estuvieron al tanto de lo que iba a pasar y no detuvieron la acción militar contra los civiles. El ministro Olivieri dio parte de enfermo y sólo regresó al despacho dos días más tarde del 16 de junio. Lo mismo hicieron “Emilio Eduardo Massera y Horacio Mayorga, sus jóvenes ayudantes”.
De esa investigación se desprende que estuvieron involucrados activos participantes de la última dictadura militar como son: Carlos Suárez Mason y Osvaldo Cacciatore, intendente porteño durante la dictadura, el de las famosas autopistas, que integraba la escuadrilla de la aeronáutica que bombardeó la Plaza de Mayo. Otro de los personajes que estuvo en el bombardeo fue el hermano de Massera, Carlos Massera como piloto de la marina.
“La sublevación contó en forma activa con el respaldo de la base naval de Punta Indio que estaba al mando del capitán de marina Néstor Noriega; del BIM 4 (Batallón de Infantería de Marina), asentado en Puerto Nuevo y de parte de la oficialidad de la Aeronáutica hubo dos aviones Catalina que llegaron de la base Espora. La noche del 15 de junio copó Ezeiza, con el objetivo de reabastecerse de combustible y explosivos, porque la base de Punta Indio quedaba muy lejos.
De allí los pilotos con sus aviones fueron y volvieron varias veces, entre ellos Cacciatore”, sostiene Cháves.
Hay un testigo incomparable, el camarógrafo de Sucesos Argentinos, Carlos de la Fuente , víctima del bombardeo, que a pesar de estar herido, no perdió la conciencia, llegó a contabilizar "pilas de muertos detrás de la Casa Rosada ", con una etiqueta atada con un hilo en el dedo gordo del pie con los datos de cada una de las victimas. Dice lacónicamente: todo fue un pandemonium.
Siempre se trató de minimizar esta masacre, hecho aberrante y criminal si los hubo. Hoy aparecen una serie de lenguaraces hablando y otros escribiendo sobre el bombardeo a la Plaza de Mayo hipócritamente; otros pidiendo resarcimiento económico para las víctimas, toda una burla caricaturesca, cuando, durante años ni se acordaron de ese pueblo masacrado, ni que los fusilados en León Suárez que eran trabajadores y resistentes. Cuando se asesina al pueblo, los plumíferos y charlatanes se hunden en el silencio. Son otras muertes. Otros, falsarios presurosos y oportunistas, dicen, hablan, y del mismo modo, deletreando algunas frases para no quedar fuera en este cincuentenario. Hoy olvidado momento histórico, cuando se cumplen 52 años.
Repetimos, siempre se trató de minimizar y ocultar por derecha este hecho monstruoso, pero no podemos callarnos y denunciar la carga de hipocresía de algunos que detentan el rótulo de progresistas y adelantados.
Por otro lado el reconocido periodista Gregorio Selser sostiene lo siguiente: “Como culminación de la serie de actos de desagravio a la bandera, se dispone que una escuadrilla de diez aviones a retropropulsión sobrevuelen la Catedral de Buenos Aires, en Plaza de Mayo. Ignorándolo Perón, ese vuelo debe convertirse en la señal de una insurrección conjunta de las tres fuerzas armadas y comandos civiles, que debía iniciarse a las 8” .
Pero debido a una imprevista niebla, los aviones sólo pueden alzar vuelo a las 10. Durante ese lapso Perón es informado de la conjura y se traslada al Ministerio del Ejército. Al mediodía aviones navales bombardean la Casa Rosada y sus adyacencias, al tiempo que fracasan los intentos de la infantería de marina de apoderarse del sector. Las víctimas se cuentan por centenares. Los aviones que participaron de la acción se refugiaron en Uruguay”, es decir, se fugan llenos de cobardía.
Dice Roberto Bardini, en un trabajo, que los agresores huyen hacia Uruguay, donde solicitan asilo político, eran tiempos de Battle Barres. “Al día siguiente, el diario Clarín -que no se caracteriza por sus simpatías peronistas- escribe: 'Las palabras no alcanzan a traducir en su exacta medida el dolor y la indignación que ha provocado en el ánimo del pueblo la criminal agresión perpetrada por los aviadores sediciosos que ayer bombardearon y ametrallaron la ciudad'.
“El ataque a traición de los aviadores navales subversivos produce un terrible impacto emotivo en la población. Durante meses no se habla de otra cosa en los hogares de todo el país. En 'Dossier Secreto - El Mito de la Guerra Sucia -, el periodista norteamericano Martin Andersen cita el informe de un analista de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, quien describe este estupor generalizado en un mensaje enviado a Washington a las tres semanas del sangriento acontecimiento” continua Bardini.
La masacre de junio de 1955 costó la vida aproximadamente a 350 ciudadanos, otras fuentes más precisas sostienen 367, y a más de dos millares de heridos, sin contar las profundas secuelas de terror que se instaló en gran parte de la población que vivió, asistió y sufrió aquellos bombardeos encabezados por los aviones de la marina y Aeronáutica, acción indudablemente repudiable.
García Acosta sostiene en una nota publicada por este medio, en el 2005 que: “En la Mesa de Entradas General de la DAOM , donde trabajaba, se llevaba el registro de todo lo que se emitía como notas, órdenes de trabajo. Cada dependencia tenía un número y una barra, al que seguía el número de la actuación. La Dirección de Construcciones tenía el número 1/. A primera hora un ordenanza trajo una nota con una orden de trabajo urgente: informaba que la Dirección de Construcciones procedería a cavar 700 tumbas en el Cementerio de la Chacarita. Al asentarla en el libro tuve clara conciencia de la masacre.
Muchos años después, ya disuelta la DAOM y yo fuera de ella, por razones de investigación histórica, traté de ubicar en el Archivo Municipal ese enorme libro de Registro de la Dirección de Construcciones para volver a ver, allí registrada con mi letra, ese macabra orden de trabajo, tétrico reflejo del doloroso enfrentamiento que dividió a los argentinos y que tuvo formas de barbarie”.
Los hospitales que brindaron ayuda en el momento que se producía la caída de casi 14 toneladas de explosivos sobre la Plaza de Mayo y adyacencias fueron: la denominada y conocida Asistencia Pública, los hospitales Argerich, Rawson, Clínicas, Alemán, Policlínico del Ministerio de Hacienda, Policlínico Militar y Policlínico Rivadavia. Otras fuentes tienen la información sobre los muertos y heridos en el hospital Ramos Mejía y Español y el Policlínico Durand; otro grupo lo conforman los Policlínicos Fernández, Álvarez y Las Heras. Lo de policlínicos es la denominación de la época. En la Morgue Judicial como en los listados de los hospitales y policlínicos se encontraba la lista de muertos y heridos.
Las mujeres fallecidas e identificadas son 50, 9 las NN femeninas, los hombres no identificados son dos decenas. Asimismo, en la Asistencia Pública aparecen 25 cadáveres no identificados y el Policlínico Las Heras no se suministró, en su momento, la lista de los muertos. Además, hay una lista de enfermeras y enfermeros que prestaron ayuda a los atacados y fueron muertos en el bombardeo, sumando otros seis asesinados.
Un cable de ANSA, por otro lado, informaba sobre los sublevados que piden asilo en Uruguay: la lista de 27 rebeldes, incluyendo a un civil. Un párrafo aparte sobre la participación de los civiles, ya que esta sublevación militar contó con comandos civiles que luego actuarían durante la denominada Revolución Libertadora. La lista es publicada por el diario La Nación del 8 de julio de 1955, donde se incluyen las bajas o retiros entre los militares insurrectos: Aeronáutica: 26 miembros y en la Marina , 78 marinos. Estos destierros de las fuerzas fueron refrendadas por los ministros de Marina y Aeronáutica. Además el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas informaba que habían sido encuadrados en el marco de rebeldía al personal interviniente en los sucesos del 16 de junio, de acuerdo al Código de Justicia Militar.
Pero la realidad posterior ocultó la masacre del 16 de junio, se conoció más la quema de las iglesias que este momento histórico, que no sólo marcaba el comienzo del final del gobierno peronista, sino, el recomienzo e implementación por parte del Estado, la puesta en marcha de la maquinaria represiva.
Apareció la consigna: Cristo Vence.
Se cumple más de medio siglo de este suceso aberrante, es la inauguración de un proceso histórico que brota de las entrañas de lo más rancio del poder oligárquico con violencia y represión, era la ofensiva de las fuerzas de ese poder para apoderarse del aparato del Estado: comenzaba en el campo social el desmontaje de una formación ideológica de carácter nacional.
Luego del bombardeo, parte del pueblo salió a la calle enardecido. Perón trató de contenerlos. En esa reacción, donde le solicitaron armas al Perón, se cometieron algunos desmanes como respuesta a la masacre. Se cumplió más de medio siglo y, sin embargo, la masacre sigue impune, como tantas otras aberraciones contra el pueblo. Por eso, debe aparecer la memoria histórica, rescatar la identidad colectiva y que estos asesinatos queden escritos en los anales de la historia, los nombres de sus autores.
El 16 de septiembre, de ese mismo año, se termina de consumar lo iniciado el 16 de junio de 1955; La masacre de Plaza de Mayo. Luego de la caída de Perón vendrán los asesinatos a mansalva en José León Suárez y los fusilamientos de junio de 1956.
Comenzaba la construcción de un andamiaje legal de un gobierno militar de facto, con la vigencia del Decreto 4161 que preveía cárcel para todo aquel que mostrara sus simpatías peronistas, luciera emblemas o fuera miembro de la Resistencia Peronista.
El odio de clase se mostró en la quema de todas las bibliotecas que tenían libros de aquellos que eran teñidos de peronistas. Los 9 tomos del sanitarista Ramón Carrillo, Teoría del Hospital son quemados, y así todo lo que había pertenecido al gobierno peronista, como la anterior residencia presidencial que fue devorada por las llamas. La destrucción de la Fábrica Argentina de Locomotoras instalada en talleres Liniers fue desguazada y los prototipos de las locomotoras Justicialista y Argentina cortadas con sopletes, entre tantos hechos de verdadera violencia.
El gobierno militar, por presión de la oligarquía vacuna, anula la Ley del Peón Rural.
Muchos de los que participaron en el bombardeo guerniquiano a Plaza de Mayo, luego del derrocamiento de Perón, ocuparon altos cargos en los distintos gobiernos civiles y militares, como Zavala Ortiz de origen radical, algunos fueron premiados colocando sus nombres a algunas de nuestras calles y al nombre de una estación de subterráneos como Ing. Carranza, conspicuo comando civil durante la Libertadora.
En el caso de Francisco Manrique fue funcionario en la liberadora con Lanusse, otros como Olivieri fue premiado y el cargo fue representante ante la ONU - Organismo de las Naciones Unidas, Vicchi, embajador en Estados Unidos de América; y en el caso de Toranzo Calderón, uno de los responsables fundamentales de aquella matanza fue a la España franquista como embajador, donde mostró orgulloso el Guernica Argentino.
Una costumbre de las clases dominantes instalada en este país, con un fuerte contenido de clase, es que casi todos los genocidas en la Argentina son homenajeados de una u otra manera, con sus nombres señalan calles o plazas, como Juan de Garay o Julio A. Roca, dos ejemplares genocidas, entre otros.
Varias décadas llevó instalar el tema del Guernica Argentino, miles de muertos y desapariciones hay en esta historia, sin embargo, es bueno comenzar por donde empezó. Porque los nombres de los aviadores son los comandantes y principales figuras del 24 de marzo de 1976 y de los hechos posteriores.
Y en esa misma cadena de realidades, que se conectan, están todas las violaciones a los derechos humanos y la implementación de otras formas para dejar impune todo este largo proceso de dolor y muerte, represión y desaparición.
Es bueno comenzar por el principio. Aquella mañana nublada y fría de junio, un jueves, como hoy 22 North American, 5 Beerchraft, 4 Gloster y 3 Anfibios catalina, 34 aviones en total nublaron el cielo de Buenos Aires, durante el espacio de horas de terror, y a partir de las 12,40 y con vuelos rasantes y asesinos, hasta entrada la tarde otoñal de junio, acumularon muertos, heridos y desesperación. Dos décadas después muchos de estos marinos y aviadores iniciaban el camino de la última dictadura militar.
Hoy muchos de ellos, están sindicados en las fojas enrojecidas de la represión estatal…
Como sostiene el poeta Roque Dalton: no se puede construir nada que se parezca a reconciliación con este “inmenso mar de mierda”…
Juan Carlos Cena y Elena Luz González Bazán
(Argenpress)
Publicado en :
Material seleccionado por el profesor Adrián Corbella.
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