lunes, 20 de junio de 2011

MANUEL BELGRANO, por Roberto Páez González (para "Redacción Popular" 03-06-11)

Por el aniversario de su nacimiento


Belgrano nació el 3 de junio de 1770, en la casa paterna, que se hallaba en el solar correspondiente al actual 430 de la avenida porteña de su nombre, muy cerca de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario y Convento de Santo Domingo1. Allí se encuentran sus restos mortales porque tras la exhumación efectuada en 1902 por orden de Julio A. Roca –cuya estatua está justamente amenazada en Diagonal Sur- fueron colocados en una urna que quedó depositada en el atrio de Santo Domingo. Había fallecido también en junio, el 20, del año 20. Su vida es un ciclo metafórico de las proezas y desventuras del impulso inicial de nuestra historia patria.
Pero no sólo como una deambulación ideológica para legitimar el liberalismo posterior o como uso fáctico de su poder de símbolo patrio o como una especie de base pasadista para horóscopos de argentinidad en un sistema educativo colonizado que confisca la verdad histórica en favor de lentejuelas mentales.
Belgrano es una existencia humana en un lapso de grandes y costosas transformaciones políticas y sociales inacabadas.
¿Cuántos revolucionarios murieron antes que Belgrano o estaban fuera del país? Recordemos a Moreno y Castelli, entre los primeros; a Monteagudo y San Martín que en Chile preparaban la expedición libertadora al Perú cuando aquél fallecía.
En Argentina solemos conmemorar principalmente la fecha de su deceso y limitar su accionar a la creación de la bandera y poco más.
Es interesante, más bien, referirse a su nacimiento, que aconteció antes de la creación del virreinato. Incluso vale la pena imaginarse que cuando nacía San Martín, en 1778 (de quien, en realidad, no se conoce -y se discute- la fecha exacta) tal vez Belgrano jugaba con su primo Castelli en algún patio del Buenos Aires colonial. Manuel tenía ocho años y Juan José catorce, así pues, ¿por qué no?
Belgrano viajó a España, donde estudió, se graduó y fue nombrado Secretario “Perpetuo” del Consulado de Comercio de Buenos Aires el 2 de junio de 1794, y pocos meses después regresó a Buenos Aires, consiguiendo -tras batallar hasta 1796 con la burocracia virreinal- integrar también a su primo al Consulado, como secretario interino.
Al volver a encontrarse en Buenos Aires, conversaron no poco sobre lo que Castelli vio en Chuquisaca y el Alto Perú –ya que no aceptó la idea de su madre de marcharse a España a estudiar en las universidades de Salamanca o de Alcalá de Henares como su primo, quien sí estuvo en las de Salamanca y Valladolid- y lo que Belgrano experimentó cuando estudiaba entre 1786 y 1793. Hablaron de la situación en Europa bajo la influencia de la Revolución francesa (Robespierre murió guillotinado el 28 de julio de 1794, en París) y del suplicio de Túpac Amaru (Castelli había llegado a Chuquisaca poco tiempo después2).
En 1794, Juan José se casaba con María Rosa Lynch (tuvieron cuatro varones y dos niñas). Belgrano tuvo un hijo con María Josefa Ezcurra, nacido el 13 de julio de 1813, pero los padres no reconocieron al niño, que fue dado en adopción a Encarnación Ezcurra y Juan Manuel de Rosas quienes le llamaron Pedro Pablo Rosas y Belgrano. También tuvo una hija -Manuela Mónica del Corazón de Jesús- con María Dolores Helguero, a quien sus padres obligaron a casarse con otro hombre, que luego la abandonó. La niña nació el 4 de mayo de 1819, cuando Belgrano ya tenía avanzada su enfermedad. Sus dos hijos se reunieron más tarde cerca de Azul, en la Provincia de Buenos Aires.
Lo que nos resulta sugerente de lo anecdótico es el espesor existencial en que cada uno de los dos primos hicieron su vida y -con ellas- su protagonismo histórico. Se percibe una profundidad que derroca el estereotipo, un arraigo en la época que sobrellevan con sus convicciones. Ambos con influencias de la Ilustración, el suarismo, las propuestas reformistas del liberalismo español y contrarios a la servidumbre indígena. El relato de lo que era Chuquisaca, según Juan José. Ese lugar donde estudiaron Castelli, Moreno, Paso, Montegudo y catorce de los veintiocho diputados que en Tucumán declararon la Independencia el 9 de julio de 1816: cuna de la idea de la Independencia.
Esto también es interesante porque este movimiento de ideas y este curso político arrancó antes de las invasiones inglesas y antes de la invasión napoleónica. Desde algunos puntos de partida, antes de la Revolución Francesa.
1 Los dominicos estaban ahí desde 1606, pero el edificio se inició en 1751 y sólo se lo terminó en 1805, justito antes de que las Invasiones Inglesas le metieran unos cuantos tiros.
2 Juan José Castelli era practicante jurista, en 1786; dato tomado de los libros de la Academia Carolina, Universidad de Chuquisaca; según listas de alumnos en 1778, 1786, 1788. Fuente : Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.

Roberto Páez González, 03.06.11

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